jueves, 28 de octubre de 2010

El liderazgo empieza y termina en el Entrenador.

Todos sabemos que en el fútbol juegan los jugadores, pero por múltiples factores el primer responsable de la derrota es siempre el entrenador aunque no tanto en las victorias. Por algo siempre se destituye al entrenador cuando un equipo va mal y no siempre los triunfos garantizan su continuidad en el cargo.
Alguien dijo alguna vez: “el fútbol es un estado de ánimo”, y los que escucharon eso al principio reían, pero poco a poco se fueron dando cuenta de que es absolutamente cierto. Una plantilla motivada, repleta de confianza y unida tiene ½ partido ganado, porque cada partido se juega primero contra uno mismo y después contra el rival. Un jugador que tiene ganas de ganar, que tiene confianza en poder hacerlo y cree en sus compañeros, es lo que tiene que lograr un entrenador. Ya puede un jugador tener una calidad sobresaliente, ensayar estrategias, entrenar el físico, entrenar táctica, pero si no se tiene una actitud positiva difícilmente las cosas salgan adelante.
Es tal la trascendencia de este “estado de ánimo” que algunos equipos y selecciones nacionales han incluido dentro de su staff técnico a un psicólogo, aunque en general son todavía la excepción de la regla. Generalmente es el entrenador el encargado de mantener este aspecto del equipo en lo más alto, y no es coincidencia que los más exitosos son los que triunfan deportivamente.
Pero antes de poder motivar a alguien hay que ganarse su confianza, es decir, que la persona a la queremos motivar logre vernos como alguien que esta para ayudar a sacar adelante el equipo y a él mismo como jugador. Es imposible motivar a un jugador que no crea en su entrenador. Sin embargo puede pasar al contrario y aunque el entrenador no crea en las posibilidades de su jugador, puede motivarlo para sacar lo mejor de sí.
Es por eso que el entrenador debe ser el líder de un equipo, y sólo se puede serlo si sus jugadores confían en él, porque sabido es que LOS LÍDERES NACEN, NO SE IMPONEN. Cuando un entrenador no es un líder en su equipo se refleja indefectiblemente en los resultados, y eso lleva a las directivas a despedir al que ellos habían ELEGIDO como líder.

domingo, 17 de octubre de 2010

La simulación del dolor ("los heridos de pacotilla")

Una de las características más destacables del fútbol de muchos países, entre ellos España, es que la mayoría de los jugadores intentan sacar ventaja “extrafutbolística” tratando de impresionar al árbitro cuando se recibe una falta. Gritar y cogerse la pierna con sus manos como si se la hubiesen amputado en ese preciso instante, cuando tan sólo lo han rozado, puede hacer que un árbitro castigue al infractor de manera injusta y cambiar el curso del partido. Claro que la culpa será siempre del árbitro, desde el punto de vista de la grada y también para la prensa, pero pocos hablarán de que su error viene provocado por una acción de simulación.
Aquí asoma aquello de pedir Fair Play pero sólo si es a mi favor! Lo cierto es que un jugador que engaña y gana que le piten penalti o, logra expulsar a un jugador producto de una simulación, es visto como un héroe por sus compañeros y como una “mala persona” por el rival. Pero curiosamente no le cargarán las tintas al “actor” sino al árbitro, a quien la grada, los jugadores y la prensa enjuiciarán.
Pero más que nada es una cuestión de cultura del deporte. Si dos equipos españoles juegan entre si, ambos saben que este aspecto del fútbol esta presente y forma parte de sus repertorios. Engañar o ser victima de engaño es parte del juego, y cada equipo tiene sus jugadores mas propensos a intentar engañar, y otros que son más legales. Los “actores” son más fáciles de recordar que los legales, porque seguramente le habrán jugado alguna de las suyas a su equipo. Por ejemplo Capel, Dani Alves, etc., son de los más destacados. Es cierto que reciben muchas faltas, pero de ahí a que parezca que le han disparado en una pierna hay un paso bastante grande. Además, casi siempre miran al árbitro desde el suelo para comprobar lo buena que resulta su actuación. Esta temporada Marchena logró con su actuación dejar al Málaga con uno menos al ser expulsado el jugador Eliseu. En la jugada Eliseu se le acerca y Marchena cae al suelo como si le hubiesen pegado con un bate en la cara. El árbitro pica y expulsa. Y que pasó? De Marchena nadie habló, pero al árbitro lo taparon de caca en la prensa.
Por el lado de los legales podría poner a Xavi Hernandez, Xavi Alonso, Forlán, y todos los que ustedes crean. Los que tengan mejor memoria aquí tienen una oportunidad de aplicarse, pero son pocos los jugadores que sólo se quedan en el suelo si realmente les duele.
Pero no en todas las ligas pasa lo mismo, quien ve la liga inglesa o alemana notará que son muchos menos los “heridos de pacotilla”. El fútbol se comprende como un deporte jugado entre hombres con todo lo que ello significa, y está muy mal visto todo lo referido a la sobreactuación de las faltas recibidas. Un jugador con tendencia a la actuación lograría que todos lo viesen muy mal, e incluso la prensa cargaría las tintas contra él. Por decirlo de alguna manera, sería visto como un jugador que no juega como un hombre.
Jugadores que vienen de estas ligas al fútbol español, siempre terminan alucinando con las actitudes que se ven por estos lados. Claro que esto no lo puede decir aquel jugador de la liga inglesa que fichó el Madrid hace un tiempo, un tal Gravesen… Este cuando la daba no dejaba dudas, lo mataba al rival sin posibilidad de actuación!!
Sigue en Consecuencias de la simulación del dolor.

Consecuencias de la simulación del dolor ("los heridos de pacotilla")

Muchas son las consecuencias que trae el hecho de que un jugador simule dolor ante una falta. No solamente dentro del campo sino también en los banquillos y en la grada. La exageración del dolor es una de las cosas que más influye en un partido, ya que genere errores arbitrales o no, la decisión que este tome será motivo de enfrentamiento entre los jugadores y de polémica en la grada, que caldeará más si cabe el ambiente del partido.
Realmente nadie ha sacado la cuenta pero en un partido hay muchísimas simulaciones y pedidos de falta por parte de los jugadores. Ponte a pensar que cada vez que 2 jugadores saltan a cabecear un balón, es casi seguro que uno de ellos se quejará o gritará como si le hubiesen dado una puñalada por la espalda. Por otra parte, casi todos los jugadores que reciben una entrada o una zancadilla, miran al árbitro desde el suelo mientras sufren “horriblemente”.
Con todo esto, es normal que el árbitro pueda ser engañado en alguna de estas jugadas y cometer una injusticia que indigne al equipo y a su afición. Los “heridos de pacotilla”, aún no logrando engañar al árbitro, calientan el ambiente del partido y de la grada. De esta manera, la presión al árbitro se le acumula y es más probable que cometa errores en un sentido u otro. Su experiencia, su buena condición física y la suerte de estar en el sitio correcto para evitar ser engañado son fundamentales para minimizar errores, aunque todos sabemos que tome la decisión que tome no va a dejar conforme a la parte afectada porque recordemos que el Fair Play es bueno si es para nuestra conveniencia.
Los “heridos de pacotilla” son la más fiel expresión de que el fútbol es un juego en el que lo importante es ganar, y no importa si para ello haya que echar mano de actuaciones “poco viriles”.
Y ahora que hacemos? Que prefieren? Un fútbol con “heridos de pacotilla” o uno con jugadores que no pierdan de vista los valores que el deporte tiene como tal? La respuesta queda en el aire.