Muchas veces en los partidos se dan situaciones para hacer pequeñas trampillas. Adelantar el balón en un saque de falta; adelantarse en un saque de banda; ir a buscar un balón que ha salido del campo (con el afán de perder tiempo); adelantarse pasito a pasito en la barrera; etc. Son cosas que se enseñan en los entrenamientos, se aprenden observando muchos partidos, o simplemente salen naturalmente. Todos intentan en mayor o menor medida, sacar una ventaja que saben que es ilegal. La mayor firmeza del árbitro para evitar estas trampillas es muchas veces mal visto por el jugador que intenta la treta, a sabiendas que no tiene razón! La más común es cuando los defensores se disponen a ejecutar un fuera de juego. En un 90% de las veces no se saca la falta del sitio, y cuando el árbitro exige que se retrase el balón hasta allí, el jugador lo retrasa 10cm cuando sabe que lo debe hacer 10 metros.
En los saques de puerta pasa más o menos lo mismo. Últimamente en el fútbol base y en peñas, algunos hacen el saque de puerta 20 o 30 cm. fuera del área de meta. No parece que fuese una distancia decisiva verdad? Es por el gusto de salirse de la regla y nada más.
El portero que va a por el balón que ha salido del campo, es otro de los clásicos para perder tiempo. Pero en este apartado la palma se la lleva el jugador que tiene un “ataque de rampas” en los minutos finales del partido. También puede aparecer el entrenador que intente llamar la atención del árbitro, para parar el partido. También en fútbol base se pide mucho al árbitro parar el partido para que un jugador se ate el calzado, siendo esto justificable sólo en el caso del portero (debido a los guantes).
Éstas y otras muchas formas de sacar pequeñas ventajillas, forman parte del conocimiento del extrafútbol. No es lo mismo querer hacer trampa que saber hacer trampa, es lo que diferencia al jugador listo del que cree serlo. En el fútbol como en las cartas, hay quienes tienen más habilidad que otras en saber hacer trampa. Para ello se necesita algo que ya viene en el ADN de algunos. Todos conocemos niños, algunos son más listos que otros aunque tengan las mismas experiencias, desarrollando habilidades diferentes.
En conclusión, la experiencia enseña muchas cosas, pero llevarlo a la práctica requiere ese toque personal que diferencia al verdadero listo. Muchos entrenadores y padres, intentan transmitir estos conceptos de extrafútbol a los niños del fútbol base. Me parece correcto porque es parte del fútbol, aunque no es conveniente que se les enseñe mientras están jugando un partido. Ocurre a menudo que entrenadores y/o padres le gritan al niño que hagan alguna trampilla según sea el caso. Por ejemplo, decirle al niño que ponga el balón más delante de donde ocurrió la falta. Esto pone en un aprieto al niño, que tiene que hacer caso al árbitro y al padre y/o entrenador. Todo esto sin mencionar el cabreo que pillan los rivales al escuchar los consejos tramposos que vienen del banquillo rival, generando un mal ambiente en el partido y poniendo en un aprieto al árbitro. Así pues, los consejos de extrafútbol “a grito pelao” desde la banda no ayudan a nadie, además de alertar al árbitro de la trampa.
En fin como siempre digo, FAIR PLAY… pero sólo a mi favor!!
martes, 16 de febrero de 2010
viernes, 12 de febrero de 2010
Flaco favor de la prensa al deporte.
El flaco favor de la prensa al deporte.
Días y días leyendo en los periódicos que hay una conspiración arbitral contra un equipo u otro; que se equivocan a favor de uno u otros… UFFF!!
En la televisión esta la tele-basura del tomate y el hablar de la vida de los demás, con el resultado de que es lo que más audiencia tiene. Es lo que la gente ve, por lo tanto más horas de sálvame y otras del estilo.
Con la prensa deportiva esta pasando lo mismo. Han tirado la bola del “Villarato” y hace casi un mes que la tienen montada. Ríos de tinta corren desde Madrid en un sentido, mientras que desde Barcelona corren en el sentido contrario. La cuestión es, que unos y otros venden sus ideas a sus fanáticos buscando polarizar algo que ya esta polarizado, pues unos son de un equipo y otros del otro. A pesar que el vaso de agua es el mismo para los 2, unos miran la parte vacía mientras otros la llena. Hacen lo que sea para poder dar credibilidad al tinglado que ellos mismos montan, contando la mitad de la verdad que les interesa según convenga.
El 90% de la prensa deportiva se compone de opiniones de periodistas conocidos y otros no tanto, que les cuesta dios y ayuda ser objetivos. Esa falta de objetividad en las noticias, lleva al lector ingenuo a formar una idea errónea que es la semilla de más ideas erróneas. Pero no les importa porque las peleas venden, en la TV y en los periódicos.
Principalmente la campaña contra los árbitros, si prestan atención, ningún jugador se mete demasiado con ellos, pero la prensa se pone las botas. No importa que salgan los jugadores a desmentirlo, ellos siguen. Deteniéndose un poco a pensar seguro que usted sabe quien dice más verdades, los jugadores o los que quieren vender periódicos.
La madre de todas las noticias fue la del penalty que le pitaron al At. De Madrid en el Calderón. Sólo faltó que fueran a la casa del árbitro con las antorchas encendidas por la noche! Les explico la noticia: “han pitado como penalty una falta que fue a 1,65mts fuera del área!”… “ Y lo peor es que el línea no tuvo valor de contradecir al árbitro!” Las imágenes de la TV se detenían en el momento que el defensa del Racing hacía la zancadilla al jugador del Atlético, pero en la repetición del partido se mostraba que el jugador del Atlético intentó continuar, siendo agarrado de un pié por el defensa pero ya en la línea del área penal siendo entonces penalty. Esto último fue lo que pitó el árbitro y no la falta anterior a 1,65mts del área. El línea primero señala que es fuera pensando que se refería a la zancadilla, y luego de la comunicación vía pinganillo, acompaña al árbitro al área. En todo caso, si el árbitro se equivocó lo hizo por centímetros y no por 1,65mts como dice la prensa.
Por eso digo que la prensa como la TV está fomentando la ignorancia de aquellos que no diferencian entre la noticia y la opinión oportunista de los que sólo quieren vender. En el caso del fútbol, desprestigiar a los árbitros es dañar el deporte y es esto último lo más importante.
El fútbol es humano y como tal, el portero, el defensa, el mediocampista, el delantero, el entrenador y el árbitro pueden cometer errores. A partir de los errores todos tenemos derecho a expresar nuestra opinión al respecto, pero seremos más respetados en la medida que respetemos a los demás. Cuando seamos capaces de entender, que debajo de las equipaciones somos todos personas que intentamos dar lo mejor, podremos aceptar por igual que un delantero falle un gol a puerta vacía como que un árbitro pite un penalty por error. El día que eso pase no se escucharán tantos insultos, habrá mucha menos violencia y no le será tan fácil a la prensa vendernos cualquier trola que se les ocurra!!
Como dijo aquel: “AL LORO!”
Días y días leyendo en los periódicos que hay una conspiración arbitral contra un equipo u otro; que se equivocan a favor de uno u otros… UFFF!!
En la televisión esta la tele-basura del tomate y el hablar de la vida de los demás, con el resultado de que es lo que más audiencia tiene. Es lo que la gente ve, por lo tanto más horas de sálvame y otras del estilo.
Con la prensa deportiva esta pasando lo mismo. Han tirado la bola del “Villarato” y hace casi un mes que la tienen montada. Ríos de tinta corren desde Madrid en un sentido, mientras que desde Barcelona corren en el sentido contrario. La cuestión es, que unos y otros venden sus ideas a sus fanáticos buscando polarizar algo que ya esta polarizado, pues unos son de un equipo y otros del otro. A pesar que el vaso de agua es el mismo para los 2, unos miran la parte vacía mientras otros la llena. Hacen lo que sea para poder dar credibilidad al tinglado que ellos mismos montan, contando la mitad de la verdad que les interesa según convenga.
El 90% de la prensa deportiva se compone de opiniones de periodistas conocidos y otros no tanto, que les cuesta dios y ayuda ser objetivos. Esa falta de objetividad en las noticias, lleva al lector ingenuo a formar una idea errónea que es la semilla de más ideas erróneas. Pero no les importa porque las peleas venden, en la TV y en los periódicos.
Principalmente la campaña contra los árbitros, si prestan atención, ningún jugador se mete demasiado con ellos, pero la prensa se pone las botas. No importa que salgan los jugadores a desmentirlo, ellos siguen. Deteniéndose un poco a pensar seguro que usted sabe quien dice más verdades, los jugadores o los que quieren vender periódicos.
La madre de todas las noticias fue la del penalty que le pitaron al At. De Madrid en el Calderón. Sólo faltó que fueran a la casa del árbitro con las antorchas encendidas por la noche! Les explico la noticia: “han pitado como penalty una falta que fue a 1,65mts fuera del área!”… “ Y lo peor es que el línea no tuvo valor de contradecir al árbitro!” Las imágenes de la TV se detenían en el momento que el defensa del Racing hacía la zancadilla al jugador del Atlético, pero en la repetición del partido se mostraba que el jugador del Atlético intentó continuar, siendo agarrado de un pié por el defensa pero ya en la línea del área penal siendo entonces penalty. Esto último fue lo que pitó el árbitro y no la falta anterior a 1,65mts del área. El línea primero señala que es fuera pensando que se refería a la zancadilla, y luego de la comunicación vía pinganillo, acompaña al árbitro al área. En todo caso, si el árbitro se equivocó lo hizo por centímetros y no por 1,65mts como dice la prensa.
Por eso digo que la prensa como la TV está fomentando la ignorancia de aquellos que no diferencian entre la noticia y la opinión oportunista de los que sólo quieren vender. En el caso del fútbol, desprestigiar a los árbitros es dañar el deporte y es esto último lo más importante.
El fútbol es humano y como tal, el portero, el defensa, el mediocampista, el delantero, el entrenador y el árbitro pueden cometer errores. A partir de los errores todos tenemos derecho a expresar nuestra opinión al respecto, pero seremos más respetados en la medida que respetemos a los demás. Cuando seamos capaces de entender, que debajo de las equipaciones somos todos personas que intentamos dar lo mejor, podremos aceptar por igual que un delantero falle un gol a puerta vacía como que un árbitro pite un penalty por error. El día que eso pase no se escucharán tantos insultos, habrá mucha menos violencia y no le será tan fácil a la prensa vendernos cualquier trola que se les ocurra!!
Como dijo aquel: “AL LORO!”
miércoles, 10 de febrero de 2010
Como intentar evitar una tarjeta amarilla en una entrada o zancadilla.
Como intentar evitar una tarjeta amarilla en una entrada o zancadilla.
El fútbol es un deporte de contacto, y lo normal es que se cometan infracciones tales como zancadillas, entradas, agarrones, etc. Existe como todos saben un reglamento que el árbitro aplicará e interpretará (simultáneamente) según sea la circunstancia de la jugada. Hoy quiero centrarme exclusivamente en las zancadillas y las entradas.
Dice el reglamento que las zancadillas o entradas que el árbitro considere temerarias, serán merecedoras de tarjeta amarilla. Se distinguen estas de las entradas que el árbitro considera con uso de fuerza excesiva, que son las que ponen en riesgo la integridad física del rival. En tal caso el jugador se ira a los vestuarios con roja directa. Pero la mayoría de las faltas de este tipo son del tipo de las primeras. Y siempre es el árbitro que de acuerdo a la situación del partido y de la jugada en si, decide amonestar o no.
Muchas veces se ve en los partidos que el árbitro no amonesta una falta en los primeros minutos de partido, para luego amonestar la misma falta en la segunda parte. Que ocurre? Que la situación del partido ha cambiado. Es la misma falta pero en momentos de presión diferentes, tanto para el árbitro, como para los jugadores y el público. Los factores como la presión del público (si lo hay), la presión de los jugadores sobre el árbitro, el marcador del partido en ese momento, si el partido es trascendente o no, la zona del campo en donde se produce, etc. Sin embargo el reglamento es el mismo.
Pero la diferencia que puede ser definitiva, a la hora de que el árbitro le saque tarjeta amarilla a un jugador o no, es la reacción del infractor luego de cometer la falta. Un jugador que comete una falta (es decir cuando se la pitan), no debería de hacer de cuenta que no ha pasado nada. Un jugador que luego de cometer una falta no se disculpa con su rival, da la imagen de haberlo hecho a propósito y de no importarle las consecuencias de su acción. Esto como es normal, cabrea a la víctima, a sus compañeros y al público. Generando un mal ambiente en el partido y casi forzando al árbitro a sacarle tarjeta amarilla.
En cambio si en la misma jugada, el infractor tiene una actitud de disculpa y de preocupación con el rival (no con el árbitro), probablemente se salve de la tarjeta. Porque la situación es muy diferente a la anterior. Aunque el infractor se esté riendo (por dentro) de la falta que ha cometido, una buena actuación de preocupación puede ayudar a que en la próxima entrada el color de la tarjeta no sea el rojo. Y si de todas maneras el árbitro decide tirar de la tarjeta amarilla, puede que si hay otra infracción merecedora de tarjeta, el árbitro haga la “vista gorda”.
En todo caso, es inútil hacer la tonta señal de apuntar al balón luego de haber levantado al rival 2 metros por los aires (como hace Sergio Ramos por ejemplo). Y mucho menos salir gritando al árbitro para reclamarle que no ha sido falta. Esto sólo aumenta el riesgo de tarjeta, ya que si no es por la falta será por la protesta. Por lo general las protestas de este tipo no sólo llevan tarjeta amarilla sino que además, el árbitro lo tendrá muy en cuanta para el resto del partido. Hay que recordar que el árbitro es humano y no conozco a ninguno que le guste que le griten. Protestar al árbitro también es un arte, pero eso es para otra semana.
El fútbol es un deporte de contacto, y lo normal es que se cometan infracciones tales como zancadillas, entradas, agarrones, etc. Existe como todos saben un reglamento que el árbitro aplicará e interpretará (simultáneamente) según sea la circunstancia de la jugada. Hoy quiero centrarme exclusivamente en las zancadillas y las entradas.
Dice el reglamento que las zancadillas o entradas que el árbitro considere temerarias, serán merecedoras de tarjeta amarilla. Se distinguen estas de las entradas que el árbitro considera con uso de fuerza excesiva, que son las que ponen en riesgo la integridad física del rival. En tal caso el jugador se ira a los vestuarios con roja directa. Pero la mayoría de las faltas de este tipo son del tipo de las primeras. Y siempre es el árbitro que de acuerdo a la situación del partido y de la jugada en si, decide amonestar o no.
Muchas veces se ve en los partidos que el árbitro no amonesta una falta en los primeros minutos de partido, para luego amonestar la misma falta en la segunda parte. Que ocurre? Que la situación del partido ha cambiado. Es la misma falta pero en momentos de presión diferentes, tanto para el árbitro, como para los jugadores y el público. Los factores como la presión del público (si lo hay), la presión de los jugadores sobre el árbitro, el marcador del partido en ese momento, si el partido es trascendente o no, la zona del campo en donde se produce, etc. Sin embargo el reglamento es el mismo.
Pero la diferencia que puede ser definitiva, a la hora de que el árbitro le saque tarjeta amarilla a un jugador o no, es la reacción del infractor luego de cometer la falta. Un jugador que comete una falta (es decir cuando se la pitan), no debería de hacer de cuenta que no ha pasado nada. Un jugador que luego de cometer una falta no se disculpa con su rival, da la imagen de haberlo hecho a propósito y de no importarle las consecuencias de su acción. Esto como es normal, cabrea a la víctima, a sus compañeros y al público. Generando un mal ambiente en el partido y casi forzando al árbitro a sacarle tarjeta amarilla.
En cambio si en la misma jugada, el infractor tiene una actitud de disculpa y de preocupación con el rival (no con el árbitro), probablemente se salve de la tarjeta. Porque la situación es muy diferente a la anterior. Aunque el infractor se esté riendo (por dentro) de la falta que ha cometido, una buena actuación de preocupación puede ayudar a que en la próxima entrada el color de la tarjeta no sea el rojo. Y si de todas maneras el árbitro decide tirar de la tarjeta amarilla, puede que si hay otra infracción merecedora de tarjeta, el árbitro haga la “vista gorda”.
En todo caso, es inútil hacer la tonta señal de apuntar al balón luego de haber levantado al rival 2 metros por los aires (como hace Sergio Ramos por ejemplo). Y mucho menos salir gritando al árbitro para reclamarle que no ha sido falta. Esto sólo aumenta el riesgo de tarjeta, ya que si no es por la falta será por la protesta. Por lo general las protestas de este tipo no sólo llevan tarjeta amarilla sino que además, el árbitro lo tendrá muy en cuanta para el resto del partido. Hay que recordar que el árbitro es humano y no conozco a ninguno que le guste que le griten. Protestar al árbitro también es un arte, pero eso es para otra semana.
Equipación: la protección de los jugadores.
Equipación: La protección de los jugadores.
Hola, hoy quiero hablar de la protección de los jugadores de fútbol. Con el paso de los años el fútbol ha ido evolucionando. Ya los jugadores no se visten igual que en los años 50. La tecnología va haciendo su trabajo, consiguiendo camisetas más resistentes, pantalones más cómodos, calzados más ligeros, etc. También el reglamento del fútbol va incluyendo cosas como el uso obligatorio de las espinilleras. En sus comienzos el uso de espinilleras era considerado como signo de debilidad… casi que, el que las usaba era un maricón. Conforme las lesiones se fueron sucediendo y se comprobó que muchas se evitaban con el uso de las mismas, estas se hicieron obligatorias para el reglamento del fútbol en el apartado de la equipación de los jugadores.
El reglamento, como ya he dicho, solo contempla como OBLIGATORIO el uso de espinilleras. Pero luego hay algo que no viene en el reglamento como obligatorio, que queda a juicio del árbitro, como por ejemplo los vendajes o un gorro de lana. Podríamos llamar a estos últimos los PERMITIDOS. Las espinilleras antes de ser obligatorias fueron primero PERMITIDAS.
Cada vez son más los golpes en la cabeza que reciben los jugadores de fútbol. De un tiempo a esta parte la tecnología del balón ha ido cambiando el juego. Ya no son aquellas verdaderas “piedras” de cuero con las que se jugaba en los 30 o en los 50, en donde pegarle de cabeza era solo para expertos. La evolución del balón ha ido acelerando el juego a la vez que la velocidad del balón al golpearlo y también al recibir el pelotazo! También es más fácil jugarlo de forma aérea lo que ha multiplicado los cabezazos de los jugadores al mismo. Disputar el balón en el aire con otros rivales significó un aumento en los cabezazos entre los jugadores con sus consecuencias. Cada vez es más normal que en un partido halla por lo menos un cabezazo entre jugadores al disputar un balón. Por suerte la mayoría no terminan como el jugador del Inter Chivu con fractura craneal, pero es un aviso de que las cosas se están poniendo peligrosas por alla arriba. Esto último sin contar que también van en aumento los codazos o los golpes en la cara por jugadores que, la mayoría de las veces, intentan tomar distancia del rival para evitar el temible “COCAZO”.
Creo que ya esta todo listo como para dar un paso en el tema y alguien que tenga dinero y medios para hacerlo, introduzca el CASCO para jugadores de fútbol. No es ninguna novedad. Ya Peter Cech juega con casco (permitido) y algún otro jugador de una conocida peña de Tavernes también… un tal Juanba (perdón si me equivoco con el nombre). Los cascos que utilizan los jugadores de Rugby por ejemplo serian permitidos, ya que protegen al que lo usa y no dañan al contrario. Otro tema es lo que afecten al cabezazo al balón. En el rugby el balón no se cabecea, he ahí que el casco de fútbol debería contemplar ese aspecto en su construcción. Luego llegaría el momento en que los jugadores se acostumbren y tomen conciencia de lo que el casco les puede evitar a ellos y a los rivales… y a sus familias también.
El cambio de estilo de juego hace que el balón se cabecee cada vez más. La revista de USA “JOURNAL OF TRAUMA” ha realizado estudios referidos al impacto del balón con la cabeza y su efecto sobre el cerebro de los futbolistas. Nuestro cabeza no fue construida para ir cabeceando cosas, por lo tanto es un evento de riesgo para el cerebro que sufre “pequeños” daños al ir cabeceando el balón. Daños insignificantes que poco a poco, silenciosamente, al cabo de los años pueden convertirse en pequeños problemas (memoria, cálculo, etc.).
Por todo esto, creo que deberíamos concienciarnos que el uso del casco en el fútbol es importante. En este momento puede sonar revolucionario, pero las espinilleras en su momento también lo fueron. Te sentirías mas seguro jugando con casco?
Hola, hoy quiero hablar de la protección de los jugadores de fútbol. Con el paso de los años el fútbol ha ido evolucionando. Ya los jugadores no se visten igual que en los años 50. La tecnología va haciendo su trabajo, consiguiendo camisetas más resistentes, pantalones más cómodos, calzados más ligeros, etc. También el reglamento del fútbol va incluyendo cosas como el uso obligatorio de las espinilleras. En sus comienzos el uso de espinilleras era considerado como signo de debilidad… casi que, el que las usaba era un maricón. Conforme las lesiones se fueron sucediendo y se comprobó que muchas se evitaban con el uso de las mismas, estas se hicieron obligatorias para el reglamento del fútbol en el apartado de la equipación de los jugadores.
El reglamento, como ya he dicho, solo contempla como OBLIGATORIO el uso de espinilleras. Pero luego hay algo que no viene en el reglamento como obligatorio, que queda a juicio del árbitro, como por ejemplo los vendajes o un gorro de lana. Podríamos llamar a estos últimos los PERMITIDOS. Las espinilleras antes de ser obligatorias fueron primero PERMITIDAS.
Cada vez son más los golpes en la cabeza que reciben los jugadores de fútbol. De un tiempo a esta parte la tecnología del balón ha ido cambiando el juego. Ya no son aquellas verdaderas “piedras” de cuero con las que se jugaba en los 30 o en los 50, en donde pegarle de cabeza era solo para expertos. La evolución del balón ha ido acelerando el juego a la vez que la velocidad del balón al golpearlo y también al recibir el pelotazo! También es más fácil jugarlo de forma aérea lo que ha multiplicado los cabezazos de los jugadores al mismo. Disputar el balón en el aire con otros rivales significó un aumento en los cabezazos entre los jugadores con sus consecuencias. Cada vez es más normal que en un partido halla por lo menos un cabezazo entre jugadores al disputar un balón. Por suerte la mayoría no terminan como el jugador del Inter Chivu con fractura craneal, pero es un aviso de que las cosas se están poniendo peligrosas por alla arriba. Esto último sin contar que también van en aumento los codazos o los golpes en la cara por jugadores que, la mayoría de las veces, intentan tomar distancia del rival para evitar el temible “COCAZO”.
Creo que ya esta todo listo como para dar un paso en el tema y alguien que tenga dinero y medios para hacerlo, introduzca el CASCO para jugadores de fútbol. No es ninguna novedad. Ya Peter Cech juega con casco (permitido) y algún otro jugador de una conocida peña de Tavernes también… un tal Juanba (perdón si me equivoco con el nombre). Los cascos que utilizan los jugadores de Rugby por ejemplo serian permitidos, ya que protegen al que lo usa y no dañan al contrario. Otro tema es lo que afecten al cabezazo al balón. En el rugby el balón no se cabecea, he ahí que el casco de fútbol debería contemplar ese aspecto en su construcción. Luego llegaría el momento en que los jugadores se acostumbren y tomen conciencia de lo que el casco les puede evitar a ellos y a los rivales… y a sus familias también.
El cambio de estilo de juego hace que el balón se cabecee cada vez más. La revista de USA “JOURNAL OF TRAUMA” ha realizado estudios referidos al impacto del balón con la cabeza y su efecto sobre el cerebro de los futbolistas. Nuestro cabeza no fue construida para ir cabeceando cosas, por lo tanto es un evento de riesgo para el cerebro que sufre “pequeños” daños al ir cabeceando el balón. Daños insignificantes que poco a poco, silenciosamente, al cabo de los años pueden convertirse en pequeños problemas (memoria, cálculo, etc.).
Por todo esto, creo que deberíamos concienciarnos que el uso del casco en el fútbol es importante. En este momento puede sonar revolucionario, pero las espinilleras en su momento también lo fueron. Te sentirías mas seguro jugando con casco?
La motivación en la base de toda gran victoria.
La motivación en la base de toda gran victoria.
En la historia del fútbol son muchos los partidos en los que se han dado resultados inesperados, ya sea por la superioridad manifiesta de la calidad de un equipo ante otro o, por la estadística de los partidos anteriores. Es cierto que la mayoría de las veces la lógica se cumple, pero en el fútbol esto es algo de lo que no es conveniente fiarse y por eso se dice que “los partidos hay que jugarlos para ganarlos”.
Quizás de los partidos históricos el más importante fue el famoso Maracanazo en la final de la copa del mundo de 1950 en Brasil, en el que Uruguay contra todo pronóstico se llevó el titulo ante 120.000 personas. A partir de ahí a toda gesta similar se le asoció a este hito en la historia, y lo seguirá siendo cada vez que ocurra un batacazo inesperado como el reciente alcorconazo.
Pero que sucede en realidad? Tomaré como ejemplo el Alcorcón (que es el que tenemos más fresco). No es creíble que en el vestuario del Alcorcón hubiese un brujo que les hiciera tomar algo para que jugaran como el Brasil de Pelé. Tampoco que los jugadores del Madrid se olvidaran de jugar, a pesar de su clara superioridad en lo técnico y lo físico. Lo que pasa es que hay algo mas en el fútbol que estas 2 cosas, y eso es LA MOTIVACIÓN. Lo es en la vida diaria para todo y claro que para el fútbol también. No hace falta que ponga ejemplos, cada uno sabe que cuando tiene ganas de hacer algo, no solo lo hace sino que además lo hace bien y se siente orgulloso de haberlo hecho.
La motivación es algo personal y es el resultado de una infinita lista de cosas tales como los factores ambientales (frió, calor, etc.), la situación personal (problemas económicos, familiares, amigos, etc.), y también físicos. El resultado de estos y la mentalidad de la persona pueden ser determinantes para una mayor o menor motivación. Además de todo esto influye la “satisfacción” y la “recompensa” por lograr el objetivo. Entre estos, distingo como más importante la satisfacción porque es el sentimiento por haber logrado lo que uno deseaba. Es el resultado del trabajo bien hecho del que nos sentimos protagonistas. La alegría del festejar una victoria es la expresión de la satisfacción.
En cambio la recompensa va en relación a lo material. El premio material como una cantidad de dinero por conseguir el objetivo o, la madre que le regala una moto a la hija por pasar de curso por ejemplo. La recompensa puede ser un arma de doble filo y que puede distraer de lo realmente importante que es concentrarse en el trabajo. Si la recompensa motiva más que el trabajo que hay que hacer para conseguirla… entonces hay un serio problema. No se puede negar que a veces funciona, pero hay que tener cuidado.
Por eso es importante la figura del entrenador y la del capitán de un equipo, para “ponerle las pilas al grupo” y para hacer que todos estén motivados para ganar el partido. Como complemento, en los más importantes equipos y en selecciones como la de Brasil (por ejemplo), hay un equipo de Psicólogos que observan e incluso proponen actividades para lograr un grupo unido para motivarse al máximo.
Cuando una plantilla esta con la motivación por las nubes, la concentración y el sacrificio físico aumenta, algo que el Madrid no tuvo por estar pensando que era un trámite. Al final quedó claro que la motivación supera la lógica del fútbol, haciendo buena la frase de “la fe mueve montañas”.-
En la historia del fútbol son muchos los partidos en los que se han dado resultados inesperados, ya sea por la superioridad manifiesta de la calidad de un equipo ante otro o, por la estadística de los partidos anteriores. Es cierto que la mayoría de las veces la lógica se cumple, pero en el fútbol esto es algo de lo que no es conveniente fiarse y por eso se dice que “los partidos hay que jugarlos para ganarlos”.
Quizás de los partidos históricos el más importante fue el famoso Maracanazo en la final de la copa del mundo de 1950 en Brasil, en el que Uruguay contra todo pronóstico se llevó el titulo ante 120.000 personas. A partir de ahí a toda gesta similar se le asoció a este hito en la historia, y lo seguirá siendo cada vez que ocurra un batacazo inesperado como el reciente alcorconazo.
Pero que sucede en realidad? Tomaré como ejemplo el Alcorcón (que es el que tenemos más fresco). No es creíble que en el vestuario del Alcorcón hubiese un brujo que les hiciera tomar algo para que jugaran como el Brasil de Pelé. Tampoco que los jugadores del Madrid se olvidaran de jugar, a pesar de su clara superioridad en lo técnico y lo físico. Lo que pasa es que hay algo mas en el fútbol que estas 2 cosas, y eso es LA MOTIVACIÓN. Lo es en la vida diaria para todo y claro que para el fútbol también. No hace falta que ponga ejemplos, cada uno sabe que cuando tiene ganas de hacer algo, no solo lo hace sino que además lo hace bien y se siente orgulloso de haberlo hecho.
La motivación es algo personal y es el resultado de una infinita lista de cosas tales como los factores ambientales (frió, calor, etc.), la situación personal (problemas económicos, familiares, amigos, etc.), y también físicos. El resultado de estos y la mentalidad de la persona pueden ser determinantes para una mayor o menor motivación. Además de todo esto influye la “satisfacción” y la “recompensa” por lograr el objetivo. Entre estos, distingo como más importante la satisfacción porque es el sentimiento por haber logrado lo que uno deseaba. Es el resultado del trabajo bien hecho del que nos sentimos protagonistas. La alegría del festejar una victoria es la expresión de la satisfacción.
En cambio la recompensa va en relación a lo material. El premio material como una cantidad de dinero por conseguir el objetivo o, la madre que le regala una moto a la hija por pasar de curso por ejemplo. La recompensa puede ser un arma de doble filo y que puede distraer de lo realmente importante que es concentrarse en el trabajo. Si la recompensa motiva más que el trabajo que hay que hacer para conseguirla… entonces hay un serio problema. No se puede negar que a veces funciona, pero hay que tener cuidado.
Por eso es importante la figura del entrenador y la del capitán de un equipo, para “ponerle las pilas al grupo” y para hacer que todos estén motivados para ganar el partido. Como complemento, en los más importantes equipos y en selecciones como la de Brasil (por ejemplo), hay un equipo de Psicólogos que observan e incluso proponen actividades para lograr un grupo unido para motivarse al máximo.
Cuando una plantilla esta con la motivación por las nubes, la concentración y el sacrificio físico aumenta, algo que el Madrid no tuvo por estar pensando que era un trámite. Al final quedó claro que la motivación supera la lógica del fútbol, haciendo buena la frase de “la fe mueve montañas”.-
Un buen capitán.
Un buen capitán.
La figura del capitán es muy importante en un equipo, principalmente en el aspecto psicológico del grupo. Son muchos los requisitos que un buen capitán debe cumplir y conllevan una responsabilidad importante.
El capitán tiene responsabilidades para con el árbitro. A efectos del reglamento del fútbol, este es un jugador más. Algunos creen que por ser capitán tienen derecho por encima de los demás para protestarle al árbitro por ejemplo. Todavía hoy pasa que un capitán, luego de protestar de mala manera, no tolera que le saquen tarjeta amarilla… Hey soy el capitán! Pues si, da igual lo que haga dentro o fuera del campo, éste será juzgado como uno más. El capitán firma el acta como tal y antes de empezar participa en el sorteo para decidir que lado del campo defenderá en la primera parte. En situaciones puntuales el capitán puede ejercer de comunicador entre el árbitro y sus capitaneados y/o parciales de su equipo. Algunas veces pasa que el árbitro quiere comunicar o advertir de algo a un equipo, llamando al capitán para que este lo comunique a su entorno. También puede suceder a la inversa, siendo el capitán (en representación del equipo) que comunique al árbitro sobre alguna inquietud.
Una correcta manera de dirigirse al árbitro y tener una participación activa para colaborar con la deportividad del partido, son aspectos importantes en este apartado. Se ganará el respeto del árbitro y será bien visto tanto por sus compañeros como por los rivales.
Pero quizás la labor más importante del capitán es el rol para sus compañeros como referencia anímica. Esa capacidad de contagiar al grupo con su motivación, su concentración, su garra para sacar el equipo adelante y empujarlos a la victoria. Debe saber trasmitir con una mirada, con la entrega en el campo y dirigirse a los compañeros de manera adecuada según sea la situación. Estas cualidades son imposibles de entrenar y es un don que viene en el ADN del jugador. La capacidad de liderazgo no se estudia.
Por eso es importante que el capitán de un equipo sea elegido por lo jugadores y no por el entrenador de turno o por los años de cierto jugador en el club. Si el capitán debe ser una referencia anímica para el equipo, lo primero que tiene que ganarse es el respeto de sus compañeros. Éstos son los que tienen que ver sus virtudes como líder en el campo, en el vestuario, en los entrenamientos… para luego tomar en cuenta lo que dice o hace. Es siempre mejor un líder elegido que uno impuesto, ya sea por el entrenador o por el club. Será siempre más respetado un capitán elegido por la plantilla. Incluso a veces, hay mensajes que son mejor escuchados por los jugadores cuando los dice el capitán en vez del entrenador. Una buena relación del entrenador con el capitán, puede ayudar a tener una plantilla más unida en busca de un objetivo común… ganar.
Como habrán notado, poco tiene que ver la calidad técnica o salario de un jugador para ser capitán de un equipo. Si bien a veces puede coincidir, las capacidades para ser capitán no tienen relación directa con estos aspectos. Basta con recordar a Albelda como capitán del Valencia o a Puyol en el Barcelona… queda claro no?
La figura del capitán es muy importante en un equipo, principalmente en el aspecto psicológico del grupo. Son muchos los requisitos que un buen capitán debe cumplir y conllevan una responsabilidad importante.
El capitán tiene responsabilidades para con el árbitro. A efectos del reglamento del fútbol, este es un jugador más. Algunos creen que por ser capitán tienen derecho por encima de los demás para protestarle al árbitro por ejemplo. Todavía hoy pasa que un capitán, luego de protestar de mala manera, no tolera que le saquen tarjeta amarilla… Hey soy el capitán! Pues si, da igual lo que haga dentro o fuera del campo, éste será juzgado como uno más. El capitán firma el acta como tal y antes de empezar participa en el sorteo para decidir que lado del campo defenderá en la primera parte. En situaciones puntuales el capitán puede ejercer de comunicador entre el árbitro y sus capitaneados y/o parciales de su equipo. Algunas veces pasa que el árbitro quiere comunicar o advertir de algo a un equipo, llamando al capitán para que este lo comunique a su entorno. También puede suceder a la inversa, siendo el capitán (en representación del equipo) que comunique al árbitro sobre alguna inquietud.
Una correcta manera de dirigirse al árbitro y tener una participación activa para colaborar con la deportividad del partido, son aspectos importantes en este apartado. Se ganará el respeto del árbitro y será bien visto tanto por sus compañeros como por los rivales.
Pero quizás la labor más importante del capitán es el rol para sus compañeros como referencia anímica. Esa capacidad de contagiar al grupo con su motivación, su concentración, su garra para sacar el equipo adelante y empujarlos a la victoria. Debe saber trasmitir con una mirada, con la entrega en el campo y dirigirse a los compañeros de manera adecuada según sea la situación. Estas cualidades son imposibles de entrenar y es un don que viene en el ADN del jugador. La capacidad de liderazgo no se estudia.
Por eso es importante que el capitán de un equipo sea elegido por lo jugadores y no por el entrenador de turno o por los años de cierto jugador en el club. Si el capitán debe ser una referencia anímica para el equipo, lo primero que tiene que ganarse es el respeto de sus compañeros. Éstos son los que tienen que ver sus virtudes como líder en el campo, en el vestuario, en los entrenamientos… para luego tomar en cuenta lo que dice o hace. Es siempre mejor un líder elegido que uno impuesto, ya sea por el entrenador o por el club. Será siempre más respetado un capitán elegido por la plantilla. Incluso a veces, hay mensajes que son mejor escuchados por los jugadores cuando los dice el capitán en vez del entrenador. Una buena relación del entrenador con el capitán, puede ayudar a tener una plantilla más unida en busca de un objetivo común… ganar.
Como habrán notado, poco tiene que ver la calidad técnica o salario de un jugador para ser capitán de un equipo. Si bien a veces puede coincidir, las capacidades para ser capitán no tienen relación directa con estos aspectos. Basta con recordar a Albelda como capitán del Valencia o a Puyol en el Barcelona… queda claro no?
Protestas al árbitro como presión.
Protestas al árbitro como presión.
Estoy seguro, antes que se marcara el primer gol en la historia de un campeonato de fútbol ya se le protestaba al árbitro. Es casi imposible de imaginar un partido de fútbol en donde no se le proteste al árbitro algo, sea una falta, un saque de banda, etc. Las decisiones del árbitro, sean justas o no, son las que alimentan la polémica del fútbol dentro y fuera del campo. Hoy me centraré en las protestas al árbitro independientemente de si son justas o no; pues para protestarle al árbitro no hace falta tener razón sino simplemente presionarlo.
Como ya he dicho en otros artículos, el árbitro es una persona que está sometida a mucha presión. Como tal, tiene su situación personal que puede influir en la actitud y en la motivación a la hora de arbitrar un partido. A esta presión hay que sumarle la de los jugadores de ambos equipos (algunos más que otros) y la del público. La personalidad y la experiencia del árbitro en saber llevar estas circunstancias, pueden acentuar o disminuir la presión del partido. Por más experiencia que tenga el árbitro, es imposible que sea ajeno a las presiones que en un partido suceden. Si que es más probable que un árbitro con experiencia lo lleve mejor, pero no es inmune.
Protestar es en esencia reclamar algo; pedir lo que nos corresponde o lo que nos parece justo; le pedimos al árbitro que nos de la razón y que haga justicia a mi favor (a favor de mi equipo). El problema es que los jugadores del otro equipo reclaman lo mismo y con los mismo intereses en las mismas jugadas. Pero lo más importante es que sea a nuestro favor no que sea justo… si además es justo mejor.
Entonces, para que protestar si no tenemos razón? Lo importante es que sea a favor de nuestro equipo, si no es en esta jugada dudosa (para el árbitro) lo será en la otra. En un partido de fútbol un árbitro tiene que tomar más de 300 decisiones, algunas de ellas en décimas de segundo. El lugar en donde el árbitro este a la hora de ver y juzgar una jugada puede ser clave para tomar un decisión, como por ejemplo el fuera de juego o el tener un jugador delante que no le permita ver una falta. Por eso se hace tanto énfasis en el estado físico de los árbitros, que cuanto más cerca esté de la jugada mejor lo hará y menos protestas tendrá.
Las presiones que el árbitro tenga y como le afecten pueden influir en pequeños detalles. No quiero decir con esto que los árbitros actúan mal concientemente (a propósito), sino que inconscientemente (sin darse cuenta) pueden equivocarse afectados por las presiones, como cualquier persona que se ponga en sus zapatos. Esto que parece que lo sabe todo el mundo, se le olvida a los que ponen su fanatismo por delante de la razón y creen que el árbitro comete errores a favor de un equipo de manera premeditada. Que piensan que van a favor del equipo “más importante” o que le han pagado una cena. Lo que en realidad sucede es que no se lo han pitado a favor de su equipo, siendo todo lo demás invisible a sus ojos.
Pero hay que tener cuidado de cómo protestar, pues hacerlo de manera inadecuada o inoportunamente puede convertirse en un lastre. El lugar en donde ponga el listón el árbitro marcará el hasta donde y cómo protestarle. Un listón demasiado alto puede que no sea fácil de mantener si es que quiere terminar el partido en su totalidad; y uno demasiado bajo provocaría una pérdida de respeto al árbitro con sus nefastas consecuencias para el partido.
En cada partido el árbitro deberá buscar el equilibrio entre lo que tolera y lo que no. Los jugadores y el público están muy atentos a las evoluciones del árbitro en este aspecto y lo toman en cuenta, condicionando durante el partido sus protestas así como la intensidad de las mismas. Es decir, si permite que le griten, que lo insulten, que le hagan gestos de burla, etc. El árbitro puede comenzar a tomar represalias mediante tarjetas y/o cabrearse con los responsables de tanto “maltrato psicológico” y caer en la venganza, pitándoles algunas faltas en contra. No hay que perder de vista la condición de persona del árbitro y como tal, es antes persona que árbitro. Un buen árbitro no debe caer en esto, y si lo hace es que no es buen árbitro. En todo caso, no conviene insistir al punto de tener el árbitro en contra, pues nunca se sabe.
A la hora de protestar, no es bueno protestar cosas evidentes. Una acción de juego clara, que sea tan clara que no admita 2 opiniones, no merece ser protestada. Protestar lo que es lógico desvirtúa las protestas futuras, pues el árbitro pensará: “si me protestan esto es que todo lo que me protesten será igual”, y no tomará muy en cuenta lo que ese jugador o equipo le diga. Por lo general, protestar todo el tiempo no produce presión al árbitro a favor del equipo, sino todo lo contrario.
Por eso es importante para el jugador saber cuando protestar y con que intensidad hacerlo. Mientras que para el árbitro, un buen conocimiento del reglamento y un buen estado físico que lo lleve a estar cerca de las jugadas, le evitará muchas protestas. La capacidad del árbitro para soportar la presión no se enseña en ningún lado y no tiene ninguna medida, solo la experiencia y la personalidad hacen la diferencia.
Estoy seguro, antes que se marcara el primer gol en la historia de un campeonato de fútbol ya se le protestaba al árbitro. Es casi imposible de imaginar un partido de fútbol en donde no se le proteste al árbitro algo, sea una falta, un saque de banda, etc. Las decisiones del árbitro, sean justas o no, son las que alimentan la polémica del fútbol dentro y fuera del campo. Hoy me centraré en las protestas al árbitro independientemente de si son justas o no; pues para protestarle al árbitro no hace falta tener razón sino simplemente presionarlo.
Como ya he dicho en otros artículos, el árbitro es una persona que está sometida a mucha presión. Como tal, tiene su situación personal que puede influir en la actitud y en la motivación a la hora de arbitrar un partido. A esta presión hay que sumarle la de los jugadores de ambos equipos (algunos más que otros) y la del público. La personalidad y la experiencia del árbitro en saber llevar estas circunstancias, pueden acentuar o disminuir la presión del partido. Por más experiencia que tenga el árbitro, es imposible que sea ajeno a las presiones que en un partido suceden. Si que es más probable que un árbitro con experiencia lo lleve mejor, pero no es inmune.
Protestar es en esencia reclamar algo; pedir lo que nos corresponde o lo que nos parece justo; le pedimos al árbitro que nos de la razón y que haga justicia a mi favor (a favor de mi equipo). El problema es que los jugadores del otro equipo reclaman lo mismo y con los mismo intereses en las mismas jugadas. Pero lo más importante es que sea a nuestro favor no que sea justo… si además es justo mejor.
Entonces, para que protestar si no tenemos razón? Lo importante es que sea a favor de nuestro equipo, si no es en esta jugada dudosa (para el árbitro) lo será en la otra. En un partido de fútbol un árbitro tiene que tomar más de 300 decisiones, algunas de ellas en décimas de segundo. El lugar en donde el árbitro este a la hora de ver y juzgar una jugada puede ser clave para tomar un decisión, como por ejemplo el fuera de juego o el tener un jugador delante que no le permita ver una falta. Por eso se hace tanto énfasis en el estado físico de los árbitros, que cuanto más cerca esté de la jugada mejor lo hará y menos protestas tendrá.
Las presiones que el árbitro tenga y como le afecten pueden influir en pequeños detalles. No quiero decir con esto que los árbitros actúan mal concientemente (a propósito), sino que inconscientemente (sin darse cuenta) pueden equivocarse afectados por las presiones, como cualquier persona que se ponga en sus zapatos. Esto que parece que lo sabe todo el mundo, se le olvida a los que ponen su fanatismo por delante de la razón y creen que el árbitro comete errores a favor de un equipo de manera premeditada. Que piensan que van a favor del equipo “más importante” o que le han pagado una cena. Lo que en realidad sucede es que no se lo han pitado a favor de su equipo, siendo todo lo demás invisible a sus ojos.
Pero hay que tener cuidado de cómo protestar, pues hacerlo de manera inadecuada o inoportunamente puede convertirse en un lastre. El lugar en donde ponga el listón el árbitro marcará el hasta donde y cómo protestarle. Un listón demasiado alto puede que no sea fácil de mantener si es que quiere terminar el partido en su totalidad; y uno demasiado bajo provocaría una pérdida de respeto al árbitro con sus nefastas consecuencias para el partido.
En cada partido el árbitro deberá buscar el equilibrio entre lo que tolera y lo que no. Los jugadores y el público están muy atentos a las evoluciones del árbitro en este aspecto y lo toman en cuenta, condicionando durante el partido sus protestas así como la intensidad de las mismas. Es decir, si permite que le griten, que lo insulten, que le hagan gestos de burla, etc. El árbitro puede comenzar a tomar represalias mediante tarjetas y/o cabrearse con los responsables de tanto “maltrato psicológico” y caer en la venganza, pitándoles algunas faltas en contra. No hay que perder de vista la condición de persona del árbitro y como tal, es antes persona que árbitro. Un buen árbitro no debe caer en esto, y si lo hace es que no es buen árbitro. En todo caso, no conviene insistir al punto de tener el árbitro en contra, pues nunca se sabe.
A la hora de protestar, no es bueno protestar cosas evidentes. Una acción de juego clara, que sea tan clara que no admita 2 opiniones, no merece ser protestada. Protestar lo que es lógico desvirtúa las protestas futuras, pues el árbitro pensará: “si me protestan esto es que todo lo que me protesten será igual”, y no tomará muy en cuenta lo que ese jugador o equipo le diga. Por lo general, protestar todo el tiempo no produce presión al árbitro a favor del equipo, sino todo lo contrario.
Por eso es importante para el jugador saber cuando protestar y con que intensidad hacerlo. Mientras que para el árbitro, un buen conocimiento del reglamento y un buen estado físico que lo lleve a estar cerca de las jugadas, le evitará muchas protestas. La capacidad del árbitro para soportar la presión no se enseña en ningún lado y no tiene ninguna medida, solo la experiencia y la personalidad hacen la diferencia.
La educación en la base del futbol.
La educación en la base del Fútbol.
En estas últimas semanas se han venido sucediendo hechos de violencia en los campos de fútbol de la zona. Agresiones a árbitros, entre jugadores… todos ellos tan repudiables por igual. El hecho de que se golpee a un árbitro no es más importante que el que se golpee a un rival, sigue siendo una agresión a otra persona aunque lleve una ropa diferente. Solo que cuando se golpea a un árbitro se genera ese sentimiento de haber agredido a la autoridad del campo, y quizás por eso tenga más repercusión que otras agresiones.
El caso es que una vez llegado a ese punto, el agresor suele buscar justificaciones de algo que nunca puede tenerlas. Que ha sido un pronto; que fue un calentón del momento; no se lo que ha pasado, etc. En fin, se trata de justificar diciendo que lo ha hecho “sin pensar”. Cuando en realidad quiere decir que lo ha hecho sin pensar en las consecuencias futuras; porque en el momento de dar un golpe si que sabemos como hacerlo verdad? Puesto así, yo jamás justificaría una acción de este tipo como algo inconsciente, por lo tanto buscaría que el castigo a estas acciones sea ejemplar. Porque tiene que serlo, tanto para el agresor como para todos los que conozcan lo que ha pasado.
La educación es lo que separa la pasión de la acción. El ser de una manera u otra no es más que el producto de nuestros aprendizajes en la vida. Si bien la predisposición genética es importante, la educación que recibamos desde pequeños y nuestras experiencias van moldeando nuestra manera de ser. Por eso todos reaccionamos de manera diferente a diferentes situaciones. Los castigos ejemplares pueden ser algo que contenga las pasiones de algunos, pero en todo caso nunca solucionará el problema de fondo que es el de la educación en el ámbito del fútbol. Esto llevará tiempo pero hay que empezar alguna vez. Padres, entrenadores y árbitros son los que moldean es concepto del JUEGO DEL FUTBOL en el niño que luego se convertirá en adulto, sea este jugador o público de un partido.
Generalmente se premia al niño por ganar o por lograr un objetivo, cosa que me parece perfecto y que es una manera de decirle que estamos orgullosos de él. Pero que hacemos cuando el niño pierde? Esto es casi tan importante como cuando gana. Todas las derrotas tienen valor si somos capaces de demostrarlo y ahí esta el germen de la competencia desmedida. Si solo reforzamos lo importante que es ganar, estaremos diciéndole al niño que es lo único que importa. Además, hay siempre más que aprender de las derrotas que de las victorias. Pararse a pensar en la derrota es lo que realmente nos hace mejorar y aprender. Corregir errores tanto individuales como grupales, ayudarán en el futuro a ser mejores. Enseñar por ejemplo, a un portero a controlar un balón y que luego éste lo demuestre en el campo, llenará de satisfacción tanto al niño como al maestro. Esta es además una buena oportunidad para demostrar que los resultados sólo son posibles si hay compromiso en el trabajo. Michael Jordan decía: “Hay que concentrarse en el trabajo y no en los resultados” Pensar en el resultado hace desviar la atención de lo que se necesita para ello, el trabajo. El resultado es entonces una consecuencia.
En resumen, con la debida EDUCACIÓN en el DEPORTE, y en este caso en el fútbol, podremos evitar en el futuro la violencia. De momento las medidas que podamos tomar son las de las SANCIONES, y ser concientes de la responsabilidad que tenemos todos. Padres, entrenadores, monitores, árbitros, comité sancionador, jugadores, medios de comunicación, todos tienen su responsabilidad.
Por último, alguien les ha dicho a los niños lo que significa darle la mano al rival cuando termina el partido? O sólo hay que darle la mano y ya esta. He visto muchos chavales dándole la mano al perdedor porque el entrenador lo dice; o peor, con ánimo de burla. Atención a estas actitudes!
En estas últimas semanas se han venido sucediendo hechos de violencia en los campos de fútbol de la zona. Agresiones a árbitros, entre jugadores… todos ellos tan repudiables por igual. El hecho de que se golpee a un árbitro no es más importante que el que se golpee a un rival, sigue siendo una agresión a otra persona aunque lleve una ropa diferente. Solo que cuando se golpea a un árbitro se genera ese sentimiento de haber agredido a la autoridad del campo, y quizás por eso tenga más repercusión que otras agresiones.
El caso es que una vez llegado a ese punto, el agresor suele buscar justificaciones de algo que nunca puede tenerlas. Que ha sido un pronto; que fue un calentón del momento; no se lo que ha pasado, etc. En fin, se trata de justificar diciendo que lo ha hecho “sin pensar”. Cuando en realidad quiere decir que lo ha hecho sin pensar en las consecuencias futuras; porque en el momento de dar un golpe si que sabemos como hacerlo verdad? Puesto así, yo jamás justificaría una acción de este tipo como algo inconsciente, por lo tanto buscaría que el castigo a estas acciones sea ejemplar. Porque tiene que serlo, tanto para el agresor como para todos los que conozcan lo que ha pasado.
La educación es lo que separa la pasión de la acción. El ser de una manera u otra no es más que el producto de nuestros aprendizajes en la vida. Si bien la predisposición genética es importante, la educación que recibamos desde pequeños y nuestras experiencias van moldeando nuestra manera de ser. Por eso todos reaccionamos de manera diferente a diferentes situaciones. Los castigos ejemplares pueden ser algo que contenga las pasiones de algunos, pero en todo caso nunca solucionará el problema de fondo que es el de la educación en el ámbito del fútbol. Esto llevará tiempo pero hay que empezar alguna vez. Padres, entrenadores y árbitros son los que moldean es concepto del JUEGO DEL FUTBOL en el niño que luego se convertirá en adulto, sea este jugador o público de un partido.
Generalmente se premia al niño por ganar o por lograr un objetivo, cosa que me parece perfecto y que es una manera de decirle que estamos orgullosos de él. Pero que hacemos cuando el niño pierde? Esto es casi tan importante como cuando gana. Todas las derrotas tienen valor si somos capaces de demostrarlo y ahí esta el germen de la competencia desmedida. Si solo reforzamos lo importante que es ganar, estaremos diciéndole al niño que es lo único que importa. Además, hay siempre más que aprender de las derrotas que de las victorias. Pararse a pensar en la derrota es lo que realmente nos hace mejorar y aprender. Corregir errores tanto individuales como grupales, ayudarán en el futuro a ser mejores. Enseñar por ejemplo, a un portero a controlar un balón y que luego éste lo demuestre en el campo, llenará de satisfacción tanto al niño como al maestro. Esta es además una buena oportunidad para demostrar que los resultados sólo son posibles si hay compromiso en el trabajo. Michael Jordan decía: “Hay que concentrarse en el trabajo y no en los resultados” Pensar en el resultado hace desviar la atención de lo que se necesita para ello, el trabajo. El resultado es entonces una consecuencia.
En resumen, con la debida EDUCACIÓN en el DEPORTE, y en este caso en el fútbol, podremos evitar en el futuro la violencia. De momento las medidas que podamos tomar son las de las SANCIONES, y ser concientes de la responsabilidad que tenemos todos. Padres, entrenadores, monitores, árbitros, comité sancionador, jugadores, medios de comunicación, todos tienen su responsabilidad.
Por último, alguien les ha dicho a los niños lo que significa darle la mano al rival cuando termina el partido? O sólo hay que darle la mano y ya esta. He visto muchos chavales dándole la mano al perdedor porque el entrenador lo dice; o peor, con ánimo de burla. Atención a estas actitudes!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)